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lunes, 19 de enero de 2015

El Greco



-En esta entrada hablaremos sobre el greco un gran pintor español del siglo catorce.



El Greco (el griego) nació el 1 de octubre de 1541 en CandíaCreta


Descendiente de una próspera familia. Su padre, Geórgios Theotokópoulos, fue comerciante y recaudador de impuestos. Nada se sabe de su madre o de su primera esposa, también griega. Su  hermano mayor, Manoussos Theotokópoulos, también fue un rico comerciante y pasó los últimos años de su vida en la casa en Toledo de El Greco.
Posiblemente realizó estudios de pintura en su pueblo. El Greco fue un gran aficionado a la literatura clásica y a la de su época desde muy joven. Su producción de este período está vinculada a las tradiciones bizantinas, con influjos italianizantes. Durante su primera etapa, el artista practicó la pintura alla greca (influencia bizantina) y alla latina (Renacimiento italiano). Sobre el año 1566, viaja a Venecia, donde permanece hasta el año 1570. Allí recibió las influencias de Tiziano Tintoretto. Sus obras en este periodo, como La curación del ciego (c.1566-c.1567, Gemälde galerie, Dresde), exponen el colorido de Tiziano, así como la composición de las figuras y espacios amplios de gran profundidad, de Tintoretto. Se readaptó al mundo occidental en Italia, sobre todo en Roma. Todo su vocabulario artístico es italiano. 






Fue un pintor extravagante que quiso hacer lo que no se había hecho antes, y que no se acomodó a los dictados de la clientela religiosa. Ya en Roma, de 1570 a 1576, siguió inspirándose en los italianos como Michelangelo Buonarroti, evidente en su Pietà (c.1570-c.1572, Museo de Filadelfia). Anunciación de época italiana (c.1567-c.1577, Museo del Prado, Madrid) pudo ser pintado en Roma, aunque revela la huella de Venecia, tanto en el colorido como en el modo de estudiar el espacio. En la ciudad conoció a unos españoles relacionados con la catedral de Toledo y quizá fueron ellos los que le persuadieron para que viajara a España. 











Llega a Toledo en la primavera de 1577. Está soltero, pues no se conoce documento alguno que acredite el haberse casado, y le acompaña un joven llamado Francisco Preboste. Este inseparable compañero habría permanecido junto a él durante más de 30 años compartiendo su vida como criado, ayudante, representante, colaborador íntimo, hombre de confianza y, sobre todo, amigo. En esta ciudad desarrolló su personal manera de pintar desconfiando del gusto de los artistas españoles. Manierista, pero de gran vigor expresivo, aparece también vinculado a la España de la Contrarreforma. Recibió el primer encargo de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo y se puso a trabajar en La Trinidad (c.1577-1579, Museo del Prado, Madrid) una composición basada en un grabado de Alberto Durero. También como retratista fue muy considerado; uno de los máximos exponentes de esa labor es el famoso cuadro El caballero de la mano en el pecho(c.1577-1584, Museo del Prado). 






Tuvo mucho interés en realizar los frescos para el nuevo monasterio que se construía en El Escorial (pueblo cercano a Madrid) cuyas obras acabaron en 1582. Envió pinturas al rey Felipe II pero no consiguió el encargo. Uno de los cuadros que envió, Alegoría de la Liga Santa (c.1578-c.1579, versiones en El Escorial y la Galería Nacional de Londres), evidencia su habilidad para mezclar la iconografía política con motivos medievales. Solo realizó para el monasterio el cuadro San Mauricio y la legión tebana. Para la catedral de Toledo realiza El expolio (c.1577-c.1579, obra hecha para la sacristía, una espléndida imagen de Cristo, rodeado por los que le han prendido. 








Su fama se expande por la ciudad y gran parte aristocracia toledana reclama sus obras. Andrés Núñez de Madrid le encargó uno de sus cuadros más conocidos: el Entierro del Conde de Orgaz (1586-1588), destinado a la capilla de Santo Tomé. Obra que reflexiona sobre la parte terrenal (parte inferior) y la parte divina (parte superior) y donde, a través del personaje central, el conde de Orgaz, reflexiona sobre la fragilidad humana. Esta obra, que aún se conserva en su lugar de origen, muestra el momento en que san Esteban y san Agustín introducen en su tumba al noble toledano del siglo XIV. En El entierro se aprecia el alargamiento de figuras y el horror vacui (pavor a los espacios vacíos). Estas características se asocian con el manierismo que se sigue manteniendo en la pintura del Greco aún después de desaparecer en el arte europeo. 


No formó parte de ninguna hermandad religiosa. Tampoco escribió ni habló correctamente el castellano, sino una especie de itañolo. No se sintió identificado nunca con la sociedad toledana, ni se integró en ella, aunque el Greco tenía en Toledo una gran casa en la que recibía a miembros de la nobleza y de la elite intelectual, como los poetas Luis de Góngora Fray Hortensio Félix de Paravicino, cuyos retratos pintó entre 1609 y 1610, actualmente se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Boston. Pintó también algunos cuadros de la ciudad de Toledo, como Vista de Toledo (c.1600-c.1610, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York).  Obras seleccionadas  El Entierro del Conde de Orgaz 1586-88 Apocalipsis 1608-1614 La Anunciación San Martín y el Mendigo 1597-99 Virgen con el niño y con Santa Martina y Santa Inés 1597-99 El Expolio 1577-79 Trinidad 1577-79 El Caballero con La Mano en el Pecho 1577-79 Laoconte 1610-1614 Expulsión de los Mercaderes del Templo 1610-1614 La Adoración de los Pastores 1540-1614 Cristo Curando al Ciego 1575 Retrato del Cardenal 1600 La Resurrección 1596-1599